El Súper TC 2000 dio un espectáculo aburrido ayer.
En el colegio no era un gran alumno. Me resultaba simple la física e imposible la química. Matemáticas era una materia que “ni fu ni fa”. La aceptaba sin mucho entusiasmo. Me enseñaron a sumar y a multiplicar, y después la vida a restar y a dividir…
Hace unos días escuche un comentario, casi editorial, de mi amigo y colega Raúl Barceló, en su programa “Desde Boxes”. Hablaba del Automovilismo para Todos, y se preguntaba, cómo también yo lo hago, ¿a quién le sirve?
Al Turismo Carretera no le agrega nada. De hecho, le quitó la transmisión de Carburando, que era esencial para esa categoría. Carburando o Campeones, pero eso es el TC.
Nadie sabe cuanto pone el gobierno. Se dice 100 millones de pesos por año. Barceló, con criterio afirma: “no lo pone el gobierno, lo ponemos usted y yo. Todos”. Raúl tiene razón.
Yo agrego que, si esa fuera la cifra (nadie lo sabe), serían unos 6.000.000 de pesos por carrera, que se gastan en algo que sólo sirve para comprar espacios publicitarios para las campañas oficiales. Pero, al margen de esto, empeoró, y mucho, la calidad de la transmisión televisiva y… dividió al automovilismo.
Según parece, con ese aporte oficial se va a armar un nuevo equipo de transmisión desde exteriores, y la ACTC tendrá ahora su propia estructura para televisar sus carreras, y otras de segundo nivel. Pero el automovilismo se dividió. Barceló se pregunta: ¿ese camión de exteriores lo pagamos nosotros? Y sí, Raúl, lo pagamos nosotros…
Los unos y los otros
Como ahora todo esta dividido, la transmisión de ayer del Súper TC 2000 (de Súper no tiene nada) era, más que nada, una demostración de tecnología entre Carburando (Grupo Clarín) y las transmisiones del Automovilismo para Todos (Gobierno).
La carrera de “Súper” TC 2000 fue aburrida al máximo, con autos que demoran casi dos segundos más por vuelta que los del año pasado. Sí, sí, leyó bien. ¡Son casi dos segundos más lentos! Y eso que tienen un motor con 430 caballos y, según decían, “llegan a mas de 270 km/h…”
Un auto de calle también llega a 270, eso no es maravilloso. Verlo manejar a Rossi (un brillante ganador) era para dormirse una buena siesta. Los autos son tan lentos en curva, hay que esperar tanto para poder acelerarlos, que Rossi iba ganando y tomando agua. Eso no es automovilismo y mucho menos Súper.
Si el mismo Rossi hubiese manejado el Toyota del 2011, casi se sacaba una vuelta de ventaja. Eso no es Súper, ni nada parecido. Eso sí, hacen muy lindo ruido los motores.
Oficialistas y macristas
Como hay que hacer algo bien llamativo, el Súper TC 2000 ahora correrá en un callejero en Buenos Aires. Hay que demostrar que la división es profunda, y así como el TC ahora es oficialista, el Súper TC 2000 es macrista.
Por un lado, ponemos plata para comprar un camión de exteriores y, por el otro, la ciudad pone plata para hacer el circuito, interrumpe las avenidas y congestiona un poco más todavía el tránsito. En el medio estamos usted y yo. Eso sí, siempre poniendo…
Tan profunda es esta división que si yo hago un comentario me dicen: “estás con el TC”. Esto significa: “estás en contra del TC 2000”. Y, la verdad, no es así. Quiero ver una carrera de autos que me haga vibrar, que esté bien televisada, en la que haya lucha de marcas y pilotos. Quiero ver manejar al límite a esos pilotos y, fundamentalmente, quiero ver un automovilismo unido, no dividido.
Esto hoy no lo ofrece el TC, ni tampoco el Súper TC 2000. Verlo ayer al equipo de Scarazzini con una remera con la imagen de Guido Falaschi, y una inscripción alusiva a un desacertado comentario de Oscar Aventín: “acá no fallo nada”, es una clara demostración de que hay una enorme división. Y esto es lo peor que le puede pasar a los pilotos y al automovilismo.
Es mi opinión.
Rubén Daray.
Rubén Daray |
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